Arrancamos hacia Pagolleta por Lopenekoborda, estos capullos me llevan con el gancho puesto, no sé para que como chicle, ni masticarlo me han dejado. Bueno, al final llegamos arriba y dudamos de si bajar a Artikutza, pero al final decidimos no perder tanta altura y bordeamos la muga de Artikutza hasta Burnaiztegi, comer algo y seguimos para coger el senderito de la vuelta y bajar el primer tramo hasta la primera pista.
Tiramos hacia la izquierda por la pista con intención de llegar al paso canadiense entre Bianditz y Errenga, de aquí bajada larga y rápida hasta el albergue de Arritxulo para tomar un cafelito muy rico y reponer algo de fuerzas.
De Arritxulo volvemos a subir un poco para pasar por encima del túnel y coger la bajada que nos dejará en Aialde donde Unai, por mi culpa, casi se hace una txiribuelta de libro, menos mal que tiene buenas manos... De Aialde a la izquierda, bajada a San Anton, reagrupamiento y hacia Ola.
¿Sabéis que es lo malo de llegar a Ola? Pues respuesta sencilla, que ahí empieza el mortirolo!! Ale, parriba.
Una vez arriba cogemos la GR y en Alasta decidimos bajar hacia Alkaiaga, pero a mitad de camino cogemos una pista a la derecha que, tras una bajada chula, nos deja en la subida de Otsangoko erreka, pero bastante adelantados, en el último cruce del río. Ahora toca la última subida del día.
A 500m del vertedero Bernardete pincha y entre que cambiamos, no cambiamos, que si tiene líquido, que si no, al final hinchamos de nuevo y seguimos hacia las mil curvas. Bajadita, manguerazo y al punto de control, el Antoiu. Un buen refrigerio y cada uno a su casa, que hay obligaciones.
Beti bezala, nekatuak baino konten!!